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Parroquia San Pedro Apóstol

CATEQUESIS COMUNIÓN

CARTA A LOS SACERDOTES SOBRE LA EDAD DE LA PRIMERA COMUNIÓN

CARTA A LOS SACERDOTES SOBRE LA EDAD DE LA PRIMERA COMUNIÓN

CARTA A LOS SACERDOTES

por el cardenal Darío Castrillón Hoyos 

Queridos hermanos, me dirijo a vosotros que, a través del correo electrónico, estáis conectados con nuestra pagina de Internet www.clerus.org., y que os ofrece documentación específica para la formación permanente; sobre todo gracias a las vídeo-conferencias internacionales de índole teológico, organizadas por la Congregación para el Clero, que ya venimos teniendo por más de tres años, y que toca temas que os conciernen de cerca.
     Querría agradecer en este tiempo que sigue inmediatamente después de Navidad, a vosotros párrocos que, en este año especial de la Santa Eucaristía, os dedicáis aún más a vivir y testimoniar este misterio eucarístico en vuestras parroquias.
     “Haced esto en memoria mía” nos ha dicho Jesús, y nosotros, a través del ejercicio de nuestro ministerio, podemos ofrecer cada día su Cuerpo y su Sangre sacramentalmente presente sobre el altar, y poder exclamar: «El Verbo se hizo Carne y ha venido a habitar entre nosotros» (Jn 1, 14).
     El tiempo de Navidad ha sido un tiempo dedicado especialmente a los niños. En efecto, el Dios encarnado, el Emmanuel, se nos aparece con el rostro de Niño; y Jesús, cuando sea adulto, nos dirá que el camino para entrar en el Reino de los Cielos pasa por el corazón de un niño: «si no os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18, 3).
     Precisamente en el Ángelus del pasado 6 de Enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, una vez más el Santo Padre afirmó la importancia de los pequeños en la Iglesia, diciendo que: «los niños son el presente y el futuro de la Iglesia. Tienen un papel activo en la evangelización del mundo, y con sus oraciones contribuyen a salvarlo y a mejorarlo».
     Cómo no pensar entonces de modo especial, en este año de la Eucaristía, en los niños: ellos que frecuentan nuestras parroquias y que son los primeros destinatarios de la catequesis. ¡Los acogemos, antes que nada, a la Pila Bautismal, cuando vienen acompañados de su familia; después los encontramos más frecuentemente en la parroquia, para participar en los cursos de catecismo en preparación a la Primera Comunión!
     Un gran Papa canonizado por la Iglesia, San Pío X, dedicó precisamente a los niños no poca atención y esfuerzo pastoral. El 8 de Agosto de 1910 venía emanado el Decreto “Quam Singulari” , a través del cual, el Santo Padre Pío X, establecía que se pudiera admitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años.
     Fue aquello un evento muy importante para la pastoral de los niños, pues sin necesidad de esperar más tiempo, podían acercarse así a la Comunión Eucarística después de haber recibido en sus parroquias la debida preparación que les permitía aprender los primeros elementos fundamentales de la fe cristiana. De hecho, ya en aquel tiempo se había situado la edad de la discreción alrededor de los siete años, cuando el niño podía ya distinguir el pan común del Pan Eucarístico, verdadero Cuerpo de Cristo.
     Junto con San Pío X, muchos estamos convencidos que esta praxis de admitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años, trae a la Iglesia grandes gracias del Cielo. Además, no hay que olvidarse que en la Iglesia primitiva, el sacramento de la Eucaristía se administraba a los recién nacidos, enseguida después del Bautismo, bajo las especies de pocas gotas de vino.
     Permitir que los niños puedan recibir cuanto antes posible a Jesús Eucarístico, había sido por muchos siglos uno de los firmes cimientos de la pastoral para los más pequeños en la Iglesia; costumbre que fue restablecida por San Pío X en su tiempo, que ha sido alabada por sus Sucesores, y aún más veces por nuestro Santo Padre Juan Pablo II.

Dejad que los niños se acerquen a mí, Carl Vogel von Vogelstein, Galería de Arte Moderna, Florencia

     El canon 914 ha acogido plenamente el pensamiento del Pontífice: «Los padres, en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa Confesión sacramental, con este alimento divino».
     El Santo Padre ha vuelto recientemente sobre aquella decisión de San Pío X con palabras de admiración; lo ha hecho en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos!: «Un testimonio conmovedor de amor pastoral por los niños la dio mi predecesor san Pío X con su decisión sobre la Primera Comunión. No solamente redujo la edad necesaria para acercarse a la Mesa del Señor, de lo que yo mismo me aproveché en mayo de 1929, sino que dio la posibilidad de recibir la comunión incluso antes de haber cumplido los siete años si el niño muestra tener suficiente discernimiento. La Sagrada Comunión anticipada fue una decisión pastoral que merece ser recordada y alabada. Ha producido muchos frutos de santidad y de apostolado entre los niños, favoreciendo que surgieran vocaciones sacerdotales» (Juan Pablo II ¡Levantaos! ¡Vamos!, Plaza Janés, Barcelona, 2004, p. 97).
     Nosotros sacerdotes, llamados por Dios a custodiar el Santo Sacramento del altar en unión a nuestros Obispos, podemos y debemos cuidar ante todo a los niños como a los primeros destinatarios de este don inmenso: la Eucaristía, que Dios ha puesto en nuestras frágiles manos de arcilla, sobre nuestras manos consagradas.
     Creo que es una de las más grandes alegrías para el párroco aquella de escuchar la Primera Confesión de los niños, y luego, hacerles recibir la Primera Comunión; y viene espontáneamente a la mente la certeza de que cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado. En efecto, cuando la mente del niño llega a la edad en que comienza a razonar—y hoy esta edad llega pronto — está abierta y disponible a la acogida de la luz divina, que les hace penetrar hasta dónde es posible, el misterio del amor de Dios para el hombre. Luego la fe se levanta sobre la razón, y esta fe—que a menudo la hemos experimentado precisamente en nuestras parroquias—es tan viva en los niños que ellos son capaces, a veces mejor que nosotros, de expresar con la oración inmediata, su cercanía al Señor.
     Confiamos, por lo tanto, que esta santa costumbre, recordada por todos los últimos Papas, de hacer acercar a los niños pequeños a la Santa Eucaristía, después de haber hecho su Primera Confesión, sea cada vez más estimada y dentro de lo posible seguida, particularmente en este Año de la Eucaristía. Recemos para que la caridad pastoral sea la fuerza de todo párroco ávido de animar la pastoral parroquial, en unión a su Obispo, en sintonía y en colaboración con las familias y los educadores de los niños; para que el amor por la Santísima Eucaristía sea transmitido desde la más tierna edad, y el deseo de recibir el Cuerpo de Cristo se convierta en el camino más seguro para asegurar un futuro de paz y santidad, no sólo al creyente sino a la entera comunidad cristiana.
     En unión de oración y de trabajos pastorales, os saluda dev.mo en Cristo.
      
     Ciudad del Vaticano
     8 de Enero de 2005 

LA EDAD DE LOS NIÑOS PARA HACER LA PRIMERA COMUNIÓN

LA EDAD DE LOS NIÑOS PARA HACER LA PRIMERA COMUNIÓN

 

Sobre la praxis de retrasar la Primera Comunión de los niños

Además de la claridad, del Decreto Quam Singulari de san Pío X sobre la edad para la primera comunión 8 de agosto de 1910 hay más ocasiones, y recientes, en las que la Iglesia se ha vuelto a pronunciar sobre la cuestión de la edad de la Primera Comunión.

Alguno podría pensar que el Decreto de San Pío X es muy antiguo y que las circunstancias actuales han cambiado y aconsejan retrasar la edad de la Primera Comunión. Grave error. No hay ningún documento de la Iglesia que insinue, mínimamente, tal idea. Es más, precisamente este mes de agosto, la fiesta de San Pío X, el Papa Benedicto XVI ha vuelto a recordar que la praxis establecida en su momento por San Pío X sigue vigente y es necesaria aplicarla más que nunca, tal y como por otra parte está recogido en el código de Derecho Canónico. No ha habido, como algunos han pensado, una decisión de adelantar la edad de la Primera Comunión, sino simplemente recordar que se cumpla lo que ya estableció en su día San Pío X y que sigue plenamente vigente en la Iglesia.

La Iglesia ha seguido insistiendo en que la edad de la Primera Comunión sea cuando el niño llega al uso de razón, es decir, en torno a los siete años. Pero si hay niños —que los hay— que alcanzan el uso de razón antes de esa edad, los padres y el párroco tienen la obligación de preparar a esos niños para que reciban cuanto antes a Jesús en la Eucaristía.

Conviene reparar en que recibir la Primera Comunión, así como la confesión sacramental, comienza a obligar a los niños que llegan al uso de razón. No es que a partir de que tengan uso de razón, entonces se les tenga que comenzar a preparar. No se trata de eso. La preparación de la que se trata aquí es de una preparación próxima. La preparación remota, el que el niño rece algunas oraciones, sepa quien es Jesús, la Virgen, etc. es algo distinto y la habrá recibido con anterioridad a llegar al uso de razón.

Tanto los padres como el párroco tienen, por tanto, la obligación de que el niño que ha llegado al uso de razón, pueda confesar y comulgar cuanto antes. A eso deben de estar dirigidos los esfuerzos. Ciertamente se le debe preparar debidamente (Cfr. Código de Derecho Canónico n. 913-914).

Ahora bien, ¿qué debemos entender por la debida preparación? El Directorio catequístico general señala que cuando el niño pueda tener una idea «de Dios como Señor y Padre nuestro, de su amor por nosotros; de Jesús, Hijo de Dios, que se hizo hombre por nosotros, y murió y resucitó» (Directorium catechisticum generale, Addendum: 1 AAS 64 [1972] 173).

Me parece desacertado argumentar que los niños de hoy son cada vez más difíciles, o que les cuesta trabajo leer, que no saben nada. Será más difícil dar la catequesis, pero seguro que esa dificultad será mayor cuanto más grandes se hagan.

El conocimiento que se requiere no es el de una diplomatura en teología. Me parece un error pensar en tres años de preparación y que los niños vayan a comulgar a los 9, 10 o más años. Se les está privando de la gracia cuando más falta les hace.

Parece mentira que hoy, con tantas técnicas pedagógicas, con tanta preparación de profesores, agentes de la educación, medios técnicos, televisión, internet, etc., cuando los niños de tres años ya juegan con la Game Boy y manejan el ordenador, digamos que no se les puede enseñar lo básico para estar preparados a recibir la Primera Comunión.

Los niños está viendo en televisión, y en la calle todo tipo de contenidos inmorales y, por desgracia, pierden la inocencia mucho antes que hace algunos años. ¿Les vamos a privar además de la ayuda inestimable de la Eucaristía?

Estoy convencido de que en los niños «cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado. En efecto, cuando la mente del niño llega a la edad en que comienza a razonar—y hoy esta edad llega pronto — está abierta y disponible a la acogida de la luz divina, que les hace penetrar hasta dónde es posible, el misterio del amor de Dios para el hombre. Luego la fe se levanta sobre la razón, y esta fe—que a menudo la hemos experimentado precisamente en nuestras parroquias—es tan viva en los niños que ellos son capaces, a veces mejor que nosotros, de expresar con la oración inmediata, su cercanía al Señor».

Parece poco serio que en algunas parroquias, en las que los niños que cada año hacen la Primera Comunión no llegan a una docena, se plantee retrasar la edad para comulgar. Entre los padres, los catequistas y el párroco ¿son incapaces de transmitir lo mínimamente necesario para que el niño pueda estar en condiciones de recibir a Jesús?

En el fondo de esas ideas de que le niño estaría más maduro a una edad más tardía sigue estando la mentalidad jansenista que ya denunciara San Pío X; sigue estando la mentalidad de tener menos confianza en la gracia de Dios y más confianza en lo que nosotros hacemos, la idea de que los sacramentos son más un premio que la necesaria ayuda para la dibilidad humana.

San Pío X lo dice con claridad:

La edad de la discreción para la Comunión es aquella, en la cual el niño sepa distinguir el Pan Eucarístico del pan común y material, de suerte que pueda acercarse devotamente al altar. Así, pues, no se requiere un perfecto conocimiento de las verdades de la Fe, sino que bastan algunos elementos, esto es, algún conocimiento de ellas; ni tampoco se requiere el pleno uso de la razón, pues basta cierto uso incipiente, esto es, cierto uso de razón. Por lo cual, la costumbre de diferir por más tiempo la Comunión y exigir, para recibirla, una edad ya más reflexiva, ha de reprobarse por completo -y la Sede Apostólica la ha condenado muchas veces-.

Todavía alguno podría pensar que eso lo decía San Pío X pero que hoy estamos en otros tiempos y en otras circunstancias. No es cierto, al contrario, las circunstancias actuales si hacen algo es precisamente confirmar esto mismo. Lo ha recordado el Cardenal Darío Castrillón, entonces Prefecto de la Sagrada Congregación del Clero en una carta dirigida a los sacerdotes en enero del 2005. Suyas son estas palabras: «Confiamos, por lo tanto, que esta santa costumbre, recordada por todos los últimos Papas, de hacer acercar a los niños pequeños a la Santa Eucaristía, después de haber hecho su Primera Confesión, sea cada vez más estimada».

Y tampoco viene mal mencionar unas palabras de Juan Pablo II que citadas por el Cardenal en esa carta:

El Santo Padre ha vuelto recientemente sobre aquella decisión de San Pío X con palabras de admiración; lo ha hecho en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos!: «Un testimonio conmovedor de amor pastoral por los niños la dio mi predecesor san Pío X con su decisión sobre la Primera Comunión. No solamente redujo la edad necesaria para acercarse a la Mesa del Señor, de lo que yo mismo me aproveché en mayo de 1929, sino que dio la posibilidad de recibir la comunión incluso antes de haber cumplido los siete años si el niño muestra tener suficiente discernimiento. La Sagrada Comunión anticipada fue una decisión pastoral que merece ser recordada y alabada. Ha producido muchos frutos de santidad y de apostolado entre los niños, favoreciendo que surgieran vocaciones sacerdotales» (Juan Pablo II ¡Levantaos! ¡Vamos!, Plaza Janés, Barcelona, 2004, p. 97).

 «Dejad que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidáis» 

SOBRE LA PRIMERA COMUNIÓN Y LA OBLIGACIÓN DE ASISTIR A MISA LOS DOMINGOS

SOBRE LA PRIMERA COMUNIÓN Y LA OBLIGACIÓN DE ASISTIR A MISA LOS DOMINGOS

Documentos de la Iglesia sobre la Misa y la Primera Comunión.

 

 

 Código de Derecho Canónico:

Libro IV, art. 2, cánon 914: «Los padres en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa confesión sacramental, con este alimento divino; corresponde también al párroco vigilar para que no reciban la santísima Eucaristía los niños que aún no han llegado al uso de razón, o a los que no juzgue suficientemente dispuestos».

Sobre la obligación de asistir a la Misa los domingos y fiestas de guardar:

La obligación del domingo

Catecismo de la Iglesia Católica

2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: ‘El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa’ ( CIC can. 1247). ‘Cumple el precepto de participar en la misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde’ ( CIC can. 1248, 1).

2181 La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto. Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.”

2182 La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.

2192 ‘El domingo ha de observarse en toda la Iglesia como fies ta primordial de precepto‘ ( CIC can. 1246, 1). ‘El domingo y las demás fies tas de precepto, losfieles tienen obligación de participar en la misa’( CIC can. 1247).

SE INICIA LA CATEQUESIS DE PRIMERA COMUNIÓN

SE INICIA LA CATEQUESIS DE PRIMERA COMUNIÓN

Los pasados miércoles 20 y jueves 21 de octubre comenzaron la catequesis los grupos de Primer año y Segundo año de Primera Comunión.

Son más de 30 los niños que, si Dios quiere y están preparados adecuadamente, recibirán por primera vez a Jesús en la Eucaristía.

Con ese número de niños, los grupos resultan excesivamente numerosos para lo que deberían ser. Desde este momento pedimos a San Pío X, patrono de los catequistas, que por su intercesión surjan en la Parroquia algunos catequistas más para que se puedan hacer grupos más pequeños y se faciliten así las sesiones de catequesis y los niños puedan aprovechar más y mejor.

La comunidad parroquial agradece sinceramente a los catequistas de todos los grupos el esfuerzo y la generosidad con la que desempeñan este servicio de ayuda a los padres, que son los primeros educadores en la fe de sus hijos y que tienen la grave obligación de instruirlos en la fe, enseñarles a rezar y prepararlos adecuadamente para la recepción de los sacramentos.

Deseamos que la Misa de los domingos a las 11’30, sea una celebración de la fe de las familias cristianas en las que, de modo especial, estén presentes los padres de los niños que van a hacer la Primera Comunión junto con sus hijos.